En la fila del supermercado me llamó la atención que una mamá entretuviera a su hijo de un año con una bolsa de Sabritas. Éste hecho me recordó todos los mitos y malos hábitos que hay en la alimentación de los infantes.
Se piensa “erróneamente” que los niños pueden comer de todo ya que como están creciendo y en constante movimiento, el cuerpo por obra de magia va a desaparecer lo que se ingiera de más, y no nos damos cuenta el grave daño y los malos hábitos que comenzamos a darle a nuestros hijos desde muy pequeños.
Comenzamos a manipular a nuestros padres a través de la comida desde bebés: Llora el niño y lo primero que hace la mamá es meterle el biberón ignorando si el llanto en realidad es por hambre.
Poco después, en la etapa preescolar (3 a 5 años), la velocidad de crecimiento disminuye por lo que la necesidad de alimento también, pierden interés por la comida y sólo comen por hambre no por apetito ya que prefieren jugar y descubrir el mundo, entonces ¿Por qué insistimos en que el niño coma de más? Es suficiente con que el preescolar ingiera una cucharada sopera de cada alimento por cada año de edad, es decir en un niño de 3 años, serían 3 cucharadas soperas de caldo, 3 de arroz, 3 de zanahoria y 3 de carne.
En esta etapa se establecen los hábitos que regirán al individuo toda su vida, así como las relaciones afectivas con los alimentos, el gusto por los mismos se da en base a las primeras experiencias que se tiene con la comida. ¿Quién no recuerda el famoso licuado de plátano con huevo?
Llegando la etapa escolar (6 a 11-12 años), se obtienen reservas energéticas como preparación para la adolescencia y brota la dentición permanente. Ya son capaces de tomar decisiones y los amigos cobran gran importancia, pero aún más nuestra gran compañera “la televisión” y el bombardeo publicitario de comida chatarra a su máximo esplendor, actualmente los niños tienen mayor acceso al conocimiento y mayor independencia, esta característica es una de las razones por la que los menores tienen mucha más capacidad de decisión, y por lo tanto son blanco directo de la publicidad.
Existen muchos factores que influyen en la alimentación, pero se siguen formando hábitos, es muy común que el niño sólo quiera probar preparaciones conocidas, debemos introducir nuevos platillos y evitar premiar o castigar con alimento, es típico el “come las verduras y ganarás la gelatina” el postre “no es un premio” simplemente es el último tiempo en la comida si no puede terminar el plato fuerte por ende no llegará al postre. Enseñemos a comer por tiempos.
Niños entre 10 y 13 años de edad con sobrepeso, corren mayor riego de tener que cargar durante toda la vida con adiposidad, y aproximadamente un 80% de ellos serán adultos obesos.
Necesitamos promover hábitos alimentarios positivos desde que el niño nace. Los alimentos no son buenos ni malos, simplemente tienen ocasiones, y recuerda que el responsable de la alimentación del menor es el adulto que lleva la comida a la mesa y es el quien decide “que”, pero el niño “cual” y “cuanto” comer.
Somos lo que comemos Vs. Lo que gastamos.
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